Mi madre planeaba obsequiarle a uno de mis sobrinos más pequeños una cámara fotográfica, la cual encontró en la azotea, empolvada y debajo de cosas viejas que a falta de características básicas, como el flash y de un diseño sofisticado, era considerada inservible para un adulto y en cambio, podría ser un buen juguete para un niño de 4 años. Cuando me enteré de eso lo impedí de inmediato y sin siquiera estar seguro de si sería divertido para mí, le compré un rollo para someterla a prueba y así por las mañanas y tardes salí con mi cámara Dimegan sin flash y sin ninguna sofisticación.
¿Dimegan? Investigué un poco y resultó ser el nombre de algún medicamento o de un laboratorio.
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