19.1.11







Recuerdo cuando no podía tomar el autobús que me lleva a mi casa desde una parada a unos metros de mi trabajo y tenía que usar forzosamente el que me dejaba a unas diez o nueve cuadras de mi casa. Si bien, yo podía haber tomado desde ese punto otro que me dejara más cerca, me parecía una distancia corta como para hacerlo y una no muy larga como para no caminarla.

Ahí iba yo, rumbo a mi casa pasando primero por una empresa de partes metálicas, luego por una peletería, la tienda de ropa, por el templo de la colonia y su plaza, caminado medio rápido, teniendo como acompañantes a más personas que caminaban por las mismas razones que yo.

Unos días después de haber empezado las caminatas, alcanzaba escuchar a través de mis audífonos, en los momentos silenciosos de las canciones, que alguien gritaba insistentemente, pero no entendía claramente lo que decían y por lo mismo no ponía mas atención.
Cuando se repitió una segunda o tercera vez me animé a observar discretamente a quienes gritaban. Resultaron ser unas secundarianas o tal vez ya preparatorianas -o muy probablemente madres prematuras- reunidas en una banca de la plaza, divirtiéndose con su escándalo simplón. A partir de ese día decidí que al pasar por ahí pararía la música para asegurarme de que no gritaban en mi dirección.

A la siguiente semana, pase por la empresa de partes metálicas, por la peletería, por la tienda de ropa y desde ahí alcance a ver al grupo de adolescentes en la banca. Detengo la música. Al pasar enfrente, escucho débilmente algo como "!Chava!" ... "¡Hijo de Chava!" En el primer grito estaba seguro de que no se trataba de mí y que no podía ser yo más paranoico, pero en el segundo me preguntaba medio sorprendido, ¿cómo demonios sabían el sobrenombre de mi padre? Y ¿por qué no lo llaman “Don Chava”, justo como la mayoría de los vecinos lo hace?

Al día siguiente volvió a ocurrir: "¡Hijo de chava, hijo de chava! Si tu, el alto… que dice mi amiga que como te llamas!" Ni supe como reaccionar y lo único que hice fue hacer lo que mejor se hacer en esas situaciones: Ignorarlas haciéndome zonzo. Además, ya había ocurrido tantas veces que de haber reaccionado de alguna otra manera les habría sorprendido.
Pasé fácilmente unas 3 cuadras, cuando luego de eso, siento que alguien me sigue, escucho risillas cada vez mas cerca y una corretiza de por lo menos unas tres personas. Ya que me rebasan, se voltean, hacen que me detenga y una de ellas dice: "...es que ella quiere saber" Me quito los audífonos y sorprendido les pregunto cómo si de verdad no hubiera escuchado:

- ¿Que?
- Ajá, que cómo te llamas, es que mi amiga quiere saber
- Aaah -suspiro y río un poco- me llamo…-sigo riendo-… ¡HIJO DE CHAVA! :D

Las tipas ni supieron que decir, simplemente se quedaron calladas, se dieron la vuelta y comenzamos a caminar en sentidos opuestos.

Nunca más volvieron a gritarme. Sinceramente esperaba que se rieran de mi súper broma, pero seguramente les caí mal.

(Encontré ese .gif y este y otros textos en una carpeta perdidísima en mi pc, se sintió padremente extraño leerlo)





0 comentarios:

 
>