La inevitable marca
de un golpe sin bandita
y -fanfarronamente- sin dolor...
Ayer después del trabajo fui invitado a presenciar en un gimnasio de box, peleas entre empleados de la empresa, con la justificación de liberar estrés acumulado y beber un poco.
Creo que fui invitado cuando se enteraron que vivo muy cerca del lugar y sabían que acompañando a una parte de los invitados no habría mucho problema – a pesar de que no sabia con precisión- para encontrar el gimnasio; me fui junto con uno de los supervisores -porque iban de absolutamente de todos los cargos- y otros compañeros más, al llegar, caímos en cuenta de que el sitio no estaba en muy buenas –pésimas- condiciones, pero estoy seguro que todos olvidamos ese detalle al ver una tina llena de las prometidas cervezas gratuitas e inagotable botana.
Supongo que en momentos muertos dentro del horario de trabajo se organizaron de manera muy informal encuentros entre ellos tomando en cuenta su peso y estatura…en fin, sonó la campana y la primer pareja competidora comenzó a dejar ver su desbordante energía mientras yo me divertía en primera fila con la pelea y la sorprendente cantidad de asistentes; ahí fue cuando empecé a extrañar mi cámara; debí llevarla.
-¿Más botana, muchachos?
-No señora, muchas gracias.
La fanfarronería no se hizo esperar, quienes sabían de su cuerpo atlético dejaron caer sus playeras y una que otra palabrota de motivación.
Al final de la 2da pelea y la 3er cerveza decidí retirarme agradeciendo la invitación.
El viernes siguiente no asistiré sin mi cámara
Stricken City - Bardou
9.8.08
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